¿Te has preguntado qué sucede cuando se va la luz? Todo se vuelve oscuro, ¿verdad? Sin embargo, la oscuridad en realidad no existe; es simplemente la ausencia de luz. Del mismo modo, la pérdida de nuestra luz interior puede hacer que nuestras vidas se sientan vacías y carentes de propósito. La luz interior es esa chispa que nos llena de vida, propósito y potencial personal y profesional. En este artículo, exploramos dos tipos de luz: la externa y la interna, y cómo podemos recargar esta última para alcanzar un bienestar emocional y una vida plena.
Luz eléctrica (externa) vs. Luz interna
¿Qué hacer cuando se va la luz eléctrica (externa)?
Cuando se va la luz eléctrica, especialmente de noche, nos encontramos repentinamente desconectados de la tecnología y las comodidades modernas. Pero también es una oportunidad para volver a lo básico: meditar a la luz de las candelas, escuchar los sonidos de la naturaleza, sintonizar una radio a baterías o disfrutar de juegos de mesa. Estos momentos nos invitan a reconectar con lo esencial y a encontrar paz en la simplicidad.
¿Qué hacer cuando se va la luz interior?
Nuestra luz interior, esa que traemos al nacer, nunca se apaga completamente. Sin embargo, puede atenuarse debido a diversas circunstancias. Es como si un dimmer ajustara su intensidad, disminuyendo nuestra autoconfianza y nuestra capacidad para brillar. Esta luz es nuestra fuente de poder, la esencia que nos hace únicos y nos conecta con nuestra sabiduría interna. Aunque se vea opacada, siempre está ahí, esperando ser reavivada.
Razones por las que se atenúa la luz interior
1. Para no incomodar a los demás:
A menudo, disminuimos nuestra luz para no incomodar a otros. Queremos evitar que se sientan mal o que se molesten con nuestra brillantez. Pero, como dice Lisa Nichols, la solución a esta incomodidad es regalarles «anteojos oscuros» para que no se encandilen, porque nuestra misión es seguir brillando y alcanzar el máximo potencial.
2. Creencias limitantes:
Las creencias como «No soy suficiente», «No soy bueno para esto» o «No lo voy a lograr» o la «Vergüenza de equivocarse» pueden convertirse en un obstáculo para nuestro crecimiento personal. Estas creencias limitantes, arraigadas en nuestro diálogo interno, nos sabotean y nos impiden ver nuestro verdadero valor. Estas ideas, inculcadas por experiencias pasadas o por comentarios de los demás, nos hacen sentir inseguros y, como resultado, vamos apagando nuestra luz poco a poco.
3. Heridas emocionales:
Emociones negativas como la tristeza, la frustración, el resentimiento y el enojo pueden consumir nuestra energía vital, dejándonos sin fuerzas para brillar. El dolor causado por ofensas, desvalorizaciones o críticas puede hacer que nuestra luz se atenúe. Estas emociones, cuando no son gestionadas adecuadamente, pueden afectar nuestro liderazgo emocional y nuestra calidad de vida.
4. Apegos que nos drenan:
Los apegos a cosas materiales, al dinero, ideas, proyectos o personas pueden drenar nuestra energía y hacernos sentir estancados. Damos nuestro poder a factores externos, permitiendo que dicten si podemos brillar o no. Pero es crucial recordar que nadie puede disminuir nuestra luz sin nuestro consentimiento.
¿Cómo recargar la luz interior?
1. Conéctate con tu fuente de poder:
Encuentra aquello que te llena de energía y te hace sentir vivo. Puede ser la gratitud, el asombro, la curiosidad, la satisfacción o la esperanza. Reflexiona sobre lo que te inspiraba cuando eras niño y vuelve a conectar con esas actividades. Tu fuente de poder puede ser la espiritualidad, Dios, el Universo, o cualquier otra creencia que te fortalezca y resuene contigo.
2. Permítete descansar:
A veces, la mejor manera de recargar nuestra luz es hacer una pausa o tomar un descanso. Permítete descansar, desconectar y recargar, dejándote llevar por momentos de calma y reflexión. Esto permite que tu luz se reacomode naturalmente y brille con más intensidad.
3. Practica la autocompasión: Es importante ser amable contigo mismo. En lugar de castigarte por los errores, trata de aprender de ellos y corrígete sin desvalorizarte. Trátate a ti mismo con la misma compasión que tendrías hacia un niño que está aprendiendo a caminar y se cae. Recuerda que cada error es una oportunidad para tu transformación personal, para aprender y crecer.
Conclusión:
Nuestra luz interior es la que ilumina nuestro camino y nos guía hacia una vida llena de propósito y plenitud. Somos nosotros quienes permitimos que esa luz se atenúe, pero también somos nosotros quienes tenemos el poder de recargar la luz conectándonos con nuestra fuente de inspiración. Es la luz la que nos permite comunicarnos “de alma a alma» y nos conecta con nuestra sabiduría interna.
La vida no es lo que nos pasa, sino lo que hacemos con lo que nos pasa. No permitas que tu luz se apague; recárgala y deja que ilumine tu camino hacia una vida plena y significativa.
Gracias por dejar tus preguntas y experiencias en los comentarios, pueden ayudar a hacer brillar la luz de alguien más.